La herida primigenia por Gemma Urraka
“Para escribir El alimento no basta con desnudarse, es preciso arrancarse la piel a tiras. El resultado es un cuerpo que se resquebraja. Un cuerpo que alimenta, que es alimentado y que niega el alimento. Un cuerpo que atiende, llora, rompe, suena, muerde, arde, muere. Un cuerpo que cruje al romperse, que mengua hasta desaparecer, que se deshace para poder volverse invisible. Navarro agarra las palabras por los nudos y trata de desmaterializar el mundo, su mundo ―hasta que ya no quede nada—. Detrás de la materia se enfrenta al dolor, y ahí, en ese vacío, todavía se pregunta: ¿qué nacerá de mí tras mi desecho? La búsqueda de su poesía: destruir, deshacerse, desaparecer”.
Herbario de ninfas por Andrea Mateos
“La escritura de Eli es una escritura corporal, de magulladuras, pero también de reivindicación y de guerra. De persistencia. Una escritura roja, que sangra y se desliza como un coágulo por la piel abierta. El alimento ahonda en la herida primigenia, se cuestiona quiénes somos a pesar de los demás, sus linajes heridos y heredados, y pone frente al espejo el concepto de la hijidad, esa maternidad que sí nos atraviesa a todas porque, aunque no todas somos o vamos a ser madres, en cambio, todas hemos sido expulsadas de otro cuerpo que nos ha dado la vida”.
Otros enlaces de interés:
El nacimiento como la primera herida, Ángela R. Bonachera
Un viaje poético de sanación, Pablo D. Santonja