todo el oro y la plata
Yo también he pensado que está mintiendo, que no se llevó el dinero que tenía guardado en los cajones. Aun así la he dicho, agárrate a la escalera, cuando han llamado al primer timbre. Todo el oro y la plata todo el oro y la plata y también el recuerdo, repite, dos anillos y unas cadenas viejas. Mientras Montse, una de las vecinas, teme por la seguridad de las puertas, yo no dejo de mirar el vestido rojo que lleva Remedios, se ve hermosa a pesar de tener la cara deformada por un perro.
Dice que tiene las manos oscuras, posiblemente no haya nacido aquí, dice. Guarda las palabras para no resultar poco empática o poco cívica. Han entrado a robar, pero han tenido la educación de cerrar todas las puertas. Se han llevado todo el oro y la plata, estaba guardado en los cajones, en las cómodas, en las estancias más íntimas. Todo el mundo escucha, temen por sus hijos, por sus animales, por su integridad.
¿Qué pasaría si dejara caer mi cuerpo por la ventana pequeña? Ya no me quedan ganas de vivir y ellos lo saben y aun así mamá, sin llegar a pronunciar mi nombre, se queja porque nunca llego a ocuparme lo suficiente de la casa. Sin embargo, ellos la limpian y se aseguran de cerrar herméticamente mi puerta: a ti que te coma la mierda, niña.
Hoy ha sacudido con fuerza la alfombra del baño en mi cara, me ha metido una de las esquinas, llena de polvo y porquería, en el ojo derecho. Todavía sigue llorando. Quería echarme del baño aunque tuviera la ropa íntima manchada, la costura del pijama al rojo vivo, la mirada al rojo vivo, la palabra zorra hilándose en mis adentros. No deja de recordarme que esta casa es suya, que ella solo me trajo acá para verlo, para guardar todo el oro y la plata todo el oro y la plata y también el recuerdo.
llenarme la boca de lividez hasta derramarla
y llegar a la piel hasta derramarla toda
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