debajo de mi cuerpo está la tierra
Me he dado cuenta de los caminos que traza mi pelo. Escribo sentada en el sofá grande de la casa. El gato de mi hermana anda restregándose por el suelo de la cocina, también quiere escapar de aquí, le he visto llorar sentado frente a la puerta. Ahora tengo su hocico en el extremo izquierdo de la hoja, busca que le aprieten los dientes en cualquier lado y de cualquier forma. Me pregunto si sabrá que estoy escribiendo sobre él, si mi perro también lo sabía. En el fondo siempre creí que ellos son capaces de escuchar la escritura, ese torrente de palabras que se nos viene encima.
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