Utilizo la palabra patología para referirme a la sensación de ahogo de los últimos trece años. Ayer me dormí llorando por la culpa. Tengo la extraña sensación de estar viviendo una vida que no es mía, he dejado de saber quién soy, incluso la pequeña cicatriz de la cara se ve distinta. Palpo con los dedos la superficie que queda erguida, he tratado de arrancarla y esconder los restos bajo las uñas, pero en cada intento me he visto descubierta y sorprendida por el dolor: este cuerpo es mío. Me he resignado a quedarme con las manos vacías.